Nos reunimos en casa de Carmen Vera el jueves 24 a las 20.30 horas.
Carmen, Nuria, Lola, Mª Josefina, José Carlos, Juan Ernesto, Estela y Alicia
Leímos y comentamos el libro de Mario Vargas Llosa “La tía Julia y el escribidor”.
Al tratarse de una novela escrita hace ya treinta años se incluyó especialmente por el hecho de que su autor es el último Premio Nobel de Literatura, la charla-discusión se desarrolló en una visión global de la producción de Vargas Llosa, centrándose luego en la novela objeto de nuestra reunión.
Se debatieron los aspectos autobiográficos contenidos en los capítulos impares y la ficción de los pares. En su contenido que podríamos denominar “personal” Vargas realmente introduce muchos elementos de su vida que él mismo justifica para dar “unidad” a la trama que se desarrolla en el resto de la obra.
Es una crítica a los radioteatros tan en boga en los años 50 pero que también pretende justificar el aspecto real de los mismos, ya que las historias de amor y desamor, prejuicios de una sociedad muy apegada a principios morales referentes más al “qué dirán” que a la propia dinámica de la vida diaria a mediados del siglo pasado, terminan por alienar al autor que los escribe frenéticamente, dirige, interpreta y finalmente acaba, como sus personajes víctima de su propia fantasía en una locura incendiaria y homicida para con sus criaturas literarias.
Cuatro países se representan en la novela a través de estos personajes: Perú, Bolivia, Argentina y, marginalmente, Chile:
Perú: Varguitas, su familia y amigos..
Bolivia: la Tía Julia, el Escribidor.
Argentina: sujetos que actúan y son el centro de las críticas maliciosas del autor.
Chile: como lugar de acogida para la Tía Julia cuando debe huir de Perú a la espera de las noticias de Vargas que le permitan regresar a Lima ya asumida su condición de mujer casada con un joven 12 años menor que ella y pariente colateral.
Comentario general:
No es la mejor novela de Vargas Llosa (ni lo pretende), su lectura es rápida, entretenida, ligeramente caótica cuando se mezclan los personajes que se distancian no sólo en el tiempo si no también en el espacio ya que debemos recordar la estructura en capítulos pares-ficción e impares, -autobiográficos-.
Se menciona también el Discurso pronunciado por Vargas Llosa con motivo de la entrega del Premio Nóbel “Elogio de la lectura y la ficción”, una hermosa reflexión sobre la experiencia de leer y comprender, en definitiva, un canto a esa maravillosa relación que existe entre la literatura y la vida. Personalmente creo que nada describe mejor ese sentimiento que las propias palabras de su autor que nos revela qué significó para él aquella mañana cuando descubrió que su padre, a quien creía muerto estaba muy vivo:
“Una mañana peruana, de la que todavía no creo haberme recobrado, mi madre me reveló que aquel caballero, en verdad, estaba vivo. Y que ese mismo día nos iríamos a vivir con él a Lima. Yo tenía once años y, desde entonces, todo cambió. Perdí la inocencia y descubrí la soledad, la autoridad, la vida adulta y el miedo. Mi salvación fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra, donde podía sentirme libre y volvía a ser feliz. Y fue escribir, a escondidas, como quien se entrega a un vicio inconfesable, a una pasión prohibida. La literatura dejó de ser un juego.”
Esto se manifiesta en La Tía Julia y el Escribidor cuando Varguitas se entera de que sus padres regresan de Estados Unidos al conocer que se va a casar con su tía, mayor y divorciada. Tiene miedo de la reacción de su padre, de su castigo, de su incomprensión y, en definitiva que, como cuando tenía once años y lo descubrió, todo cambiara.
Nota media: 8 ½
comentario de Estela
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