LECTURAS 2017/2018

26 SEP 17 Manual para mujeres de la limpieza - Lucía Berlin

30 OCT 17 Patria – Fernando Aramburu

21 NOV 17 24 horas en la vida de una mujer – Stephan Zweig

19 DIC 17 La calle de la judería - Totti Martinez de Leza

30 ENE 18 Demonios familiares – Ana Mª Matute

27 FEB 18 Media vida – Care Santos

20 MAR 18 El blog del Inquisidor - Lorenzo Silva

24 ABR 18 Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido – Paloma S. Garnica

29 MAY 18 El domingo de las madres – Graham Swift

26 JUN 18 Ojo de pez - Antonio J. Ruiz Munuera

domingo, 11 de junio de 2017

ENTREVISTA A Fredrik Backman, 2 de Junio de 1981, el nuevo fenómeno literario sueco.


Cómo desarrolla sus novelas:

Empiezo con personajes. Algunos escritores comienzan con una historia, y se adaptan a los

personajes en la historia a medida que avanzan. . . Empiezo en el otro extremo, con

personajes. . . Personas que encuentro graciosas o interesantes.

«Mis seguidores comentaban sus problemas familiares. De esas historias y del carácter de mi

padre nació Ove, pero lo mejor del personaje es de su padre y lo peor de mí».

«Por eso no nos gusta Ibrahimovic: porque nunca se reprime y dice lo que piensa»Ove, viudo

gruñón atrincherado en el recuerdo de su esposa, es un poco todos nosotros en una sociedad

«tecnológica» que va más aprisa que nosotros. A Backman, que habla por los codos, le encantan

las anécdotas: «Si mi padre te deja el coche y le cambias la sintonía de la radio, ya no te lo

vuelve a dejar...». O también: «Un hombre va a comprar un cable para el iPad, no comprende el

argot informático y discute con el vendedor... Esa experiencia me inspiró el primer capítulo de la

novela». La tecnología, añade Backman, agudiza las diferencias: «Puedes ser la persona más

inteligente del mundo y parecer tonto, como cuando vas al extranjero y no conoces el idioma... Hay

mucha gente que no sabe lo que es un iPad. Hay un momento en el que dices “hasta aquí he

llegado” y eso lo decide Ove».

Gente muy dramática

Casado con una iraní criada en Suecia y padre de dos niños, Backman confiesa que la educación

de sus hijos es como un iPad para Ove: «Mi esposa dice que los suecos somos gente muy

dramática. Y yo soy el sueco más sueco del universo. El sueco nunca protesta de viva voz, pero

si algo no le gusta te envía una nota furiosa». Backman lo comprobó en el foro de la comunidad de

vecinos: «La gente empezó a protestar sobre todo aquello que se callaba al cruzarse contigo en la

escalera. En lugar de solucionar los problemas hablando, preferían lanzar amenazas

anónimas. Eso explica que a muchos suecos nos guste Ibrahimovic: nunca reprime sus

emociones y dice lo que piensa».

Tosco como la arquitectura de Estocolmo, Ove no tiene mal fondo. Su creador, lo comprende

mejor que nadie: «Simplemente, vive obsesionado por el orden de las cosas». Los hombres que

podrían llamarse Ove malviven en una época equivocada e incomprensible. Solo le pedían a la vida

unas cuantas cosas sencillas, apunta Backman: «Un techo bajo el que cobijarse, una calle poco

ruidosa, una marca de coche y una mujer a la que ser fiel. Un trabajo en el que cumplir una

función. Una casa donde las cosas se rompan de vez en cuando, para tener algo que atornillar... El

orgullo de tener el control». Sus ochocientos mil lectores -sobre todo lectoras- podrían llamarse

Ove.

Sr. Backman todavia no se adapata la la vida de una autor famoso.

Gran conocedor de España y con una esposa de origen iraní a la que se declaró en Barcelona, por

ser esta la ciudad preferida de ella, Backman accede a dejarse fotografiar y filmar por medios

españoles, pero nunca lo ha hecho para las grandes televisiones suecas, porque no quiere ser

famoso.

A su juicio, escribir alejado de los focos permite, además, protegerse a sí mismo y darles a sus niños "la

oportunidad de crecer en un entorno normal con un padre normal".

Con un nuevo libro ya acabado, Backman tiene muchas ideas para trasladar al papel, sin perder nunca de

vista la sentencia del académico sueco Klas Ostergren que mantiene que para ser un buen escritor lo más

importante es que "te guste estar sentado sobre tu trasero".

“Todo el mundo sigue dicendote lo maravilloso y buen escritor que eres y quieren selfies y esto

no es sano porque empieza a gustarte. Tienes que escribir solo para 20 personas o sino es para

volverse loco.”

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