Cómo desarrolla sus novelas:
Empiezo con personajes. Algunos escritores comienzan con una historia, y se adaptan a los
personajes en la historia a medida que avanzan. . . Empiezo en el otro extremo, con
personajes. . . Personas que encuentro graciosas o interesantes.
«Mis seguidores comentaban sus problemas familiares. De esas historias y del carácter de mi
padre nació Ove, pero lo mejor del personaje es de su padre y lo peor de mí».
«Por eso no nos gusta Ibrahimovic: porque nunca se reprime y dice lo que piensa»Ove, viudo
gruñón atrincherado en el recuerdo de su esposa, es un poco todos nosotros en una sociedad
«tecnológica» que va más aprisa que nosotros. A Backman, que habla por los codos, le encantan
las anécdotas: «Si mi padre te deja el coche y le cambias la sintonía de la radio, ya no te lo
vuelve a dejar...». O también: «Un hombre va a comprar un cable para el iPad, no comprende el
argot informático y discute con el vendedor... Esa experiencia me inspiró el primer capítulo de la
novela». La tecnología, añade Backman, agudiza las diferencias: «Puedes ser la persona más
inteligente del mundo y parecer tonto, como cuando vas al extranjero y no conoces el idioma... Hay
mucha gente que no sabe lo que es un iPad. Hay un momento en el que dices “hasta aquí he
llegado” y eso lo decide Ove».
Gente muy dramática
Casado con una iraní criada en Suecia y padre de dos niños, Backman confiesa que la educación
de sus hijos es como un iPad para Ove: «Mi esposa dice que los suecos somos gente muy
dramática. Y yo soy el sueco más sueco del universo. El sueco nunca protesta de viva voz, pero
si algo no le gusta te envía una nota furiosa». Backman lo comprobó en el foro de la comunidad de
vecinos: «La gente empezó a protestar sobre todo aquello que se callaba al cruzarse contigo en la
escalera. En lugar de solucionar los problemas hablando, preferían lanzar amenazas
anónimas. Eso explica que a muchos suecos nos guste Ibrahimovic: nunca reprime sus
emociones y dice lo que piensa».
Tosco como la arquitectura de Estocolmo, Ove no tiene mal fondo. Su creador, lo comprende
mejor que nadie: «Simplemente, vive obsesionado por el orden de las cosas». Los hombres que
podrían llamarse Ove malviven en una época equivocada e incomprensible. Solo le pedían a la vida
unas cuantas cosas sencillas, apunta Backman: «Un techo bajo el que cobijarse, una calle poco
ruidosa, una marca de coche y una mujer a la que ser fiel. Un trabajo en el que cumplir una
función. Una casa donde las cosas se rompan de vez en cuando, para tener algo que atornillar... El
orgullo de tener el control». Sus ochocientos mil lectores -sobre todo lectoras- podrían llamarse
Ove.
Sr. Backman todavia no se adapata la la vida de una autor famoso.
Gran conocedor de España y con una esposa de origen iraní a la que se declaró en Barcelona, por
ser esta la ciudad preferida de ella, Backman accede a dejarse fotografiar y filmar por medios
españoles, pero nunca lo ha hecho para las grandes televisiones suecas, porque no quiere ser
famoso.
A su juicio, escribir alejado de los focos permite, además, protegerse a sí mismo y darles a sus niños "la
oportunidad de crecer en un entorno normal con un padre normal".
Con un nuevo libro ya acabado, Backman tiene muchas ideas para trasladar al papel, sin perder nunca de
vista la sentencia del académico sueco Klas Ostergren que mantiene que para ser un buen escritor lo más
importante es que "te guste estar sentado sobre tu trasero".
“Todo el mundo sigue dicendote lo maravilloso y buen escritor que eres y quieren selfies y esto
no es sano porque empieza a gustarte. Tienes que escribir solo para 20 personas o sino es para
volverse loco.”
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